Nuestro presente está dominado por la tecnología, cosas románticas del pasado como escribir cartas de nuestro puño y letra están extintas, ahora hasta las visitas de los novios se hacen por Whatsapp aunque estén a centímetros de distancia.
Los jóvenes están atraídos por televisores, ordenadores y consolas de videojuegos, la forma de relacionarse es más artificial que humana. No obstante, aún nos reunimos en la mesa, compartimos ese momento preciado para alimentarnos física y emocionalmente.
Si no se tiene mantel o no se quiere poner una buena opción son los individuales de cualquier material.
En todas las culturas celebramos la comida, las recetas que preparamos hablan de nosotros pero también lo hace la mesa. Esa forma de organizar todo el ritual que nos une a la familia y amigos. Manteles, servilletas y platos más allá de ser un lujo aristocrático es una forma de halagar a quienes más amamos.
No se trata de menospreciar a los más prácticos que prefieren lo desechable para no recurrir al lavavajillas, pero no hay mejor placer que llevarse un bocado de nuestra comida favorita sentados en una mesa bien puesta. No es imposible consentirnos y tratar bien a los demás invitándolos a una mesa de restaurante de lujo en nuestro propio hogar.
Manteles, servilletas, platos, cubiertos y copas engalanan nuestros días de celebración, pero también se vale un buen individual si el mantel está de descanso en la lavandería. Así como nos esmeramos en perfeccionar la receta de la abuela, nos esforzamos para que todo quede bien arreglado. No olvidemos que "todo entra por los ojos" más si se trata de comida.